La Maratón Académica de Rosario: Del Caos a la Campiña Italiana

"Somos lo que comemos y cómo lo comemos". Rosario lastra

¡Bienvenidos al maratón en la vida de Rosario Lastra!

No, no es una carrera de larga distancia, es más bien como un programa de televisión de "sobrevivencia", solo que, en vez de una isla tropical llena de sol y playas, como Puerto Rico, tenemos una oficina abarrotada de exámenes, una lista interminable de tareas pendientes y un teléfono que suena sin cesar.

Rosario mira con horror su reloj. Es medianoche y aún le quedan pilas de exámenes por corregir. Se siente como una excavadora excavando una montaña, pero con una cucharita de postre. "Creo que el tiempo me está jugando en contra", murmura mientras su teléfono suena nuevamente. Por supuesto, no tiene tiempo para contestar. Está demasiado ocupada tratando de entender la letra de los estudiantes. ¿Acaso fue un pulpo quien escribió esto? ¡Espera! ¿Eso es una mancha de café o una respuesta?

Los exámenes corregidos forman una torre inclinada que amenaza con caer a cada momento, una especie de "Torre de Pisa" del estrés académico. Ahora, el siguiente desafío: subir las notas a la plataforma online. Esa plataforma que parece tener un humor más voluble que un gato en lunes. Al menos, en comparación, el gato permitiría un descanso.

En medio de todo esto, Rosario no puede dejar de pensar en ese viaje pendiente, una suerte de santo grial que brilla en su imaginación. Italia, tierra de arte, vino, y Gerry, su compañero de viaje. Atrás quedarían los exámenes y las plataformas de notas volubles. Pero primero, la exposición.

La exposición. La sola mención de esa palabra podría asustar a un ejército de zombies. ¿Cómo se supone que debe preparar una presentación coherente si apenas puede coordinar su ropa, pelo y uñas? En este momento, su estilo podría describirse como "desorden chic".

"¿Y mi pelo?", se pregunta, mirándose al espejo. Parece una versión abstracta de la Medusa, si la Medusa hubiese tenido una semana de correcciones de exámenes. Sus uñas parecen el mapa de un tesoro pirata, solo que no hay oro, solo marcas de marcador y tinta de bolígrafo. Y su ropa, bueno, digamos que estaría a la moda... en una convención de supervivientes del apocalipsis.

Si su vida ya no fuera complicada, por otro lado, llegaban sin parar los romanticismos cursis de Gerry. Si bien ella apreciaba la amistad de Gerry con todo su corazón, sus constantes gestos de cariño se habían convertido en otra tarea más en su ya sobrecargada agenda. "Caramba, no tengo tiempo para eso, Gerry", se decía a sí misma, imaginando las flores, las cenas a la luz de las velas y las serenatas a la luna que Gerry adoraba tanto.

Pero hay algo que no puede ignorar, algo que se cuela en su mente y en su buzón de entrada: las alumnas que le escriben. Las notas están subidas, las correcciones están hechas, y sin embargo, allí están ellas, preguntando por qué las 'jaló'. A veces piensa en responder con un simple "¿Leíste tu examen?", pero se contiene. Después de todo, también ella fue estudiante en algún momento.

A pesar de la montaña de trabajo, de las correcciones de exámenes y de las uñas maltrechas, Rosario sabe que necesita ese viaje. Necesita desconectarse, reír y recordar que hay un mundo más allá de las aulas y los exámenes.

Así que, con un último empujón, envía las notas finales, apaga su computadora y lanza un último vistazo a la 'Torre de Pisa' de exámenes corregidos. Sonríe al imaginarse bajo el sol de La Toscana, riendo con Gerry, su compañero de aventuras y disfrutando de la dulce desconexión.

Después de todo, la vida de Rosario Lastra puede ser un maratón, pero incluso los maratonistas necesitan un descanso. Y si ese descanso implica un poco de vino italiano y un paseo por la campiña... bueno, ¿quién podría resistirse?

Un pequeño regalo con una tonelada de cariño y admiración hacia ti.

Gerry